martes, 12 de febrero de 2013

Valor: Servicio




Valor: Servicio

Hay un cuento chino de  un Mandarín que, mientras se encaminaba al Paraíso,  pidió antes visitar el Infierno. Como había sido  un hombre muy bueno, decidieron complacer su deseo y lo llevaron a la morada de los condenados. Era una  sala inmensa con mesas preparadas en la que humeaban, perfumando el ambiente,  unos enormes platos llenos de un arroz suculento. Alrededor de las mesas se sentaban muchísimas personas, cada una con su varita de bambú para llevarse el arroz a la boca. Cada varita media como dos metros de largo y tenían que ser agarrada por un extremo. Por mucho que se esforzaban y lo intentaban, los comensales no lograban llevar a sus bocas ni  un solo grano de arroz. Todo era furor, ira, desesperación.  
Conmovido por este espectáculo de ayuno forzado en la abundancia, el Mandarín prosiguió su camino hacia la morada de los Bienaventurados y vio sorprendido que el Paraíso era idéntico al Infierno: una amplia sala con mesas preparadas,  platos enormes con arroz humeante, para ser comido con varitas de bambú de dos metros de largo, agarrada por un extremo.
La única diferencia consistía en que cada comensal, en vez de comer el mismo, daba de comer al comensal de enfrente. Así todos disfrutaban de la comida y reinaba un ambiente de alegría, gozo y amistad. Tomado de Antonio Pérez Esclarín. Parábolas para vivir a Plenitud.
Está historia nos ilustra la esencia de servir al otro, de forma espontanea y desinteresada, procurando hacerle la vida más ligera y confortable a alguien. Las personas serviciales están continuamente atentas, observando y buscando la oportunidad para ayudar a alguien.
Servir implica superar la comodidad, entender que no todo está en recibir, ni en esperar que sean otros los que estén prestos a dar apoyo. Es triste ver actualmente como incluso pagándole un salario a una persona para que sirva en algún oficio y brinden un servicio; las personas hacen el menor esfuerzo por servir, lo hacen con desgano, pereza y de mala gana. Las personas deberían asumir que la relación entre los seres humanos no debe ser de dominación, sino de servicio.
Para una convivencia exitosa, debemos comenzar con ser serviciales con nuestros semejantes, ayudándoles en lo que necesiten, con una actitud respetuosa y cordial, porque un servicio con poca disposición, es mejor no hacerlo. Esperar a recibir atenciones tiene poco mérito y cualquiera lo hace, para ser serviciales es necesario tener generosidad y ser solidario con los demás. Una palabra de aliento, una llamada telefónica, una visita, una atención cordial; son acciones sencillas, pero tan valiosas y necesarias, que no cuestan nada…pero como valen en el momento más indicado.
“El valor de una persona se lo mira en su actitud. Se perseverante en tu forma de mejorar tu trato a las personas.”
Artículo Publicado el 15 de Marzo de 2012
Por el Diario los Andes de Mérida-Venezuela





"La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis, sino más bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos".
Madre Teresa de Calcuta

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