martes, 21 de mayo de 2013

El cristal con que se mire





EL CRISTAL CON QUE SE MIRE
Valor: Optimismo
Una empresa de calzados que había desarrollado un proyecto para exportar zapatos a la India decide enviar a sus dos mejores consultores a puntos diferentes de este país para hacer las primeras observaciones del potencial de compra de aquel futuro mercado.
Después de algunos días de investigación, uno de los consultores manda el siguiente fax a la Gerencia de la industria:
"Señores: cancelen el proyecto de exportación de zapatos para la India.
Aquí nadie usa zapatos."
 Sin saber de ese fax, algunos días después, el segundo consultor envía el siguiente mensaje:
"Señores: tripliquen el proyecto de exportación de zapatos para la India.
 Aquí todavía nadie usa zapatos."
"LOS TRISTES SIENTEN QUE EL VIENTO GIME; LOS ALEGRES SIENTEN QUE LES CANTA."
El mundo es como un espejo que devuelve a cada persona el reflejo de sus propios pensamientos.
La manera  que enfrentas la vida hace TODA la diferencia. (Organización Sri Sathya Sai Baba).
Esta historia nos ilustra, la importancia del Optimismo, para asumir la vida; el Optimismo es una actitud basada en la manera de percibir y evaluar una situación y sus posibles resultados, el Pesimismo también. Vamos aprendiendo cualquiera de estas dos actitudes desde niños, y quienes nos la van enseñando son nuestros padres, familiares, amigos, docentes, y toda persona que sea importante en nuestra vida. Desde niños escuchamos de quienes nos rodean la forma y actitud ante cualquier problema que se presente, sus comentarios antes las dificultades; luego nuestras propias experiencias refuerzan o debilitan esa actitud aprendida.
El Optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias; una persona optimista posee entusiasmo, dinamismo y emprendimiento, confía en sus capacidades, aprendiendo a descubrir lo bueno en las personas que lo rodean.
El Pesimismo nos limita, nos impide ver con claridad y objetividad el problema y sus posibles soluciones, provocándonos apatía y desanimo que contagiamos a quienes nos rodean. Una persona pesimista encuentra insatisfacción y disgusto en todo lo que hace, la negatividad es su bandera y la frustración su regocijo. No importa, cuál de las dos actitudes aprendimos siendo niños, una vez que somos adultos, ambas son una elección personal. Es importante tener presente que nadie puede obligarnos a ser optimistas o pesimistas y nadie puede impedirlo, más que nosotros mismos.
Ser una persona optimista te permitirá ser mucho más creativo y encontrar soluciones certeras a tus problemas; impactar positivamente en los demás, el común de la gente es pesimista, tienes la oportunidad  con tu actitud de ayudar a otras personas; serás más tomado en cuenta por los demás, ya que todos prestarán atención a tu actitud y notarán que tienes capacidades importantes para ayudar constructivamente, motivar y sembrar entusiasmo para salir adelante antes las dificultades.
En todas las circunstancias de la vida debemos ser optimistas y transmitir ese valor a nuestros hijos(as), de nosotros depende ir sembrando esperanza y entusiasmo en nuestros seres amados, es un gran regalo de vida para su futuro.
  “La vida tiene su lado sombrío y su lado brillante; de nosotros depende elegir el que más nos plazca.”



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