lunes, 13 de mayo de 2013

¡Adolescente en Casa! ¿Qué Hago? (II Parte)


¡Adolescente en Casa!
¿Qué Hago?
(II Parte)
Un maestro espiritual solía decirles a sus discípulos:
Las mejores cosas de la vida no pueden lograrse por la fuerza.
Puedes obligar a comer; pero no puedes obligar a sentir hambre;
Puede obligar a alguien a acostarse, pero no a dormir;
Puedes obligar a que te elogien, pero no a que te admiren;
Puedes obligar a que te cuenten un secreto, pero no a confiar;
Puedes obligar a que te sirvan, pero no a que te amen.
Esta reflexión tan sabia nos revela que  las cosas  que se hacen con gusto, generan grandes resultados. Que cuando  los sentimientos se expresan espontáneamente, el ser humano se siente feliz y realizado; porque lo obligado y a la fuerza, cultiva resentimientos y malestar, que luego se convertirán en conflictos si se expresan… o en enfermedades si se reprimen.
La etapa de la adolescencia en la vida de todo ser humano es difícil, por la cantidad de cambios (físicos, biológicos, psicológicos, sexuales y sociales) que ocurren en tan corto tiempo, es decir que el adolescente debe lidiar con todos estos cambios, además de los cambios de humor, un cuerpo creciendo en forma desproporcionada, el duelo por ese niño(a) que se está dejando para convertirse en un adulto. Unos padres más desconcertados que el mismo adolescente, que asumen: es un adulto cuando debe asumir responsabilidades, debe colaborar con los quehaceres del hogar, para mantener su cuarto en orden, en caso de los varones, es más difícil aun. Se les recuerda que si el padre no está, ellos son “los hombres de la casa”,  que llorar es de mujeres, y expresar amor es signo de debilidad. Pero cuando nuestros adolescentes quieren salir con sus amigos(as), trabajar y ganar su propio dinero, quedarse fuera de casa… para estas situaciones siguen siendo unos niños, es decir que como padres debemos revisar nuestros comportamientos y decisiones para cada situación que se nos presente con nuestros jóvenes, pues esta etapa requiere que seamos justos, equilibrados y sobre todo “maduros” al momento de orientar a nuestro adolescente.
Tengamos presente que todos los extremos son malos, si intentamos corregir, orientar y guiar, debemos tener presente que cuando aplicamos obligación y fuerza se crea mayor resistencia, que es hora de comenzar a negociar, sin dejar de poner límites y establecer normas. Recordando que somos los padres de nuestros hijos, no sus amigos, porque los amigos se escogen, los padres no.  Será más sencillo ayudar a nuestro adolescente en su transformación, si asumimos con responsabilidad el rol que nos toca desempeñar.
“Bendito es el hombre que oye muchas voces tiernas llamándolo padre”





"SI CAES ES PARA LEVANTARTE, SI TE LEVANTAS ES PARA SEGUIR, SI SIGUES ES PARA LLEGAR A DONDE QUIERES IR Y SI LLEGAS ES PARA SABER QUE LO MEJOR ESTA POR VENIR..."
Elbano Mendoza


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