domingo, 27 de enero de 2013




Maestro, Educador y Profesor (Segunda Parte)
Educar significa encauzar a otro ser humano en el cumplimiento de su vocación humana y divina. Por ende ser Docente, va más allá del concepto de la clase, las tareas y los exámenes. Es una función que va dirigida hacia los hombres en procura de una mejor sociedad.
Ser maestro no es saber dar una clase o tema, es más que eso; el maestro es aquel personaje digno de admiración, digno de consejo, que sabe escuchar, que sabe depositar en cada corazón la semilla de la esperanza, maestro es aquel que tiene siempre los brazos abiertos para consolar a sus estudiantes, que comparte momentos de alegría, de regocijo, pero también de llanto, de tristeza, maestro es el ser humano que se ríe, que canta, que aplaude. Pero que también llora, sufre, que motiva el aprender, es un amigo(a), un padre, una madre, un “educador”, en el que el diálogo es mutuo, el que atiende a sus discípulos más tiempo del diseñado para la clase, es el SER HUMANO ante ellos.
Ser educador, es más que inculcar respuestas e imponer repeticiones, fórmulas y datos. Es formar individuos libres, democráticos, innovadores, trabajadores y con sentimientos. La responsabilidad esencial del maestro es la de transformar al sujeto, en mejor ser humano de lo que ya es.
El educador, tiene claro que el valor de su trabajo está en el perfeccionamiento de otros; se asume como servidor público, sabe leer entre líneas los gestos, actitudes, rasgos físicos y emocionales de los educandos para descubrir lo que necesitan. El enseñante es, pues un formador de mentes; el educador un formador de almas. Así sean niños, niñas, adolescentes o adultos, el educador siempre deja “huellas de valor” en el alma de los educandos.
El Profesor enseña, el maestro educa. Quién sólo enseña, cumple un programa preestablecido ( a veces no completo), está centrado en su enseñanza, es un transmisor de saberes, califica resultados. Quién además educa, cumple una misión de servicio, busca el bien del estudiante, es ejemplo de los valores que predica, estima y evalúa procesos de mejora.
Educar supone esfuerzo, disciplina, buenos y malos ratos, mucho sacrificio personal, para saber dar sin recibir (aunque cuando se da verdaderamente, siempre se recibe mucho) para esperar el tiempo y momento de cada educando, para mantener en la conciencia y en el ejemplo de vida que son el modelo, de aquello en lo cual quieren educar, y por ello, para rectificar cuantas veces sea necesario.
En las manos del Educador está: contribuir a formar ciudadanos responsables, amantes de su país, de sus leyes, de sus bosques, de sus símbolos y  su pueblo, de sus ciudades y sus valles; de su idioma y sus tradiciones, del arte, la ciencia y otras manifestaciones del hombre… Recordando que no se puede enseñar a amar y a respetar, lo que no se ama y no se respeta.
Reflexión Final: Para ser un buen docente, se debe amar la profesión en forma sincera y convencida. Siendo consciente de que todas las actuaciones de un educador(a), públicas y hasta privadas pueden afectar para bien o para mal a muchas personas. Compete al educador la formación integral de los educandos de hoy, hombres y mujeres del mañana.
Felicidades…en el mes del maestro, educador y profesor
Publicado: 03-02-11
Por: Diario Los Andes de Mérida
La segunda parte de Maestro, Educador y Profesor, ratifica la Misión HUMANIZADORA del MAESTRO, quien es uno de los grandes protagonistas de las transformaciones positivas que vivenciaran sus estudiantes.

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